Arturo CEJA ARELLANO
La
tala de árboles en lugares donde sus ramas no afectan viviendas, y no existen
cables conductores de energía eléctrica, ¡es criminal! ¡horrible! ¡malvada!
¡sin nombre!, porque asestan duro golpe a grupos ecologistas, a gente que
realmente sí ama la naturaleza y que dedicó parte de su tiempo en cavar hoyos,
plantar arbolitos y darles su primer sorbo de agua, cargándola en cubetas o
garrafones, transpirando sudor y sufriendo cansancio.
Se
echa abajo una muy buena intención, como el permitir que surja el cambio
climático negativo y conservar el positivo. Habrá que recordar que los árboles,
son los que conservan la humedad y al evaporar ésta forman nubes y surgen las
precipitaciones pluviales.
La humedad de los bosques
permite el escurrimiento de agua y la formación de riachuelos que, al
concentrarse, dan paso a los ríos y éstos a las lagunas.
Jacona
es un municipio privilegiado, porque tales escurrimientos de agua procedentes
de bosques de la Meseta P´urhépecha, dan paso a brotes, que aquí forman
manantiales como: la Presa Verduzco o de La Luz; Orandino, La Estancia, El
Santo Entierro, Trasierra, El Bosque, Quinta Plancarte, nomás por mencionarles
algunos; siendo punto de partida del Río Celio, que se conecta con el Río
Nuevo, o Río Zapadores; y éste finalmente llega a la Laguna de Chapala, la más
grande del país.
Todo
mundo sabe (menos el que ordenó la tala de los árboles en la Presa de La Luz),
que éstos coadyuvan en la conservación y mejoramiento del medio ambiente; y que
dan sombra y frescura a la gente que, principalmente en épocas de calor, va en
busca de ellos, disfrutando gratis, o pagando por el esfuerzo que otras
personas hicieron.
En
esos árboles masacrados, ecologistas y autoridades en turno se tomaron la foto
cuando los plantaron. Me hubiera gustado ahora, que quien ordenó su tala se
hubiera tomado también la foto, destruyéndolos, para que también quedara
asentado en los anales de la historia.
A
Jacona le llega también el agua procedente del manantial o canal “del Seis”,
procedente de la Tenencia de El Platanal. Es municipio que, junto con
Tangancícuaro, son los más favorecidos por la madre naturaleza, al contar con
manantiales y yacimientos de agua a granel; por eso no me explicó el porqué de
tanta ambición al no permitir que Zamora tome un poco de líquido para que
también puedan disfrutar del preciado líquido de calidad que tanta falta les
hace.
Y
habrá que recordar que el Río Duero nace en Carapan; y que en la Cañada de los
Once Pueblos existen escurrimientos de agua muy importantes; sólo que al llegar
a Zamora lo hace mezclada con la criminal contaminación de la mano del hombre y
la mujer.
En
Zamora termina el Río Duero, porque éste cruzaba donde ahora se encuentra el
Hotel Fénix; lugar donde iniciaba el
municipio de Jacona, pueblo al que se despojó de terreno hasta donde se
construyó el Río Zapadores, llamado también Río Nuevo. Y al parecer nadie
protestó, ningún jaconense defendió lo suyo en aquella ocasión. Después de
Zamora, vuelve a ser Río Duero, hasta descargar en Chapala.
Y
como lo comentaron ayer, ojalá que quien ordenó la destrucción de los árboles
en la Presa de La Luz, ordene ahora la plantación de por lo menos igual número
de arbolitos, para que dentro de diez años se recupere la sombra y frescura que
ofrecían.
Qué
extraño que ahora los grupos ecologistas estén guardando tanto silencio en
relación a éste ecocidio; en torno a ésta masacre, lo que a mi juicio, los
convierte también en cómplices. Es aquí donde los quiero ver, defendiendo su
obra, ahora criminalmente destruida.
¡Ah!
¿Y los medios de comunicación, qué?
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