Todo
hace suponer que los mexicanos debemos aprender a vivir con la inseguridad a
cuestas, como una llaga lacerante que nos encorva cada día más, porque se trata
de una loza muy, pero muy pesada que no nos permite transitar por la vida con
la seguridad que antaño respiramos; y que como conformistas, no tenemos el
valor civil para hacerle frente.
Hoy,
el miedo es nuestro fiel compañero, lamentablemente porque no podemos depositar
nuestra confianza en nadie que se jacte de ser autoridad, porque el crimen
organizado está mejor organizado que ésta; y los domina, como nos domina a
todos los ciudadanos.
No
podemos presentarnos ante ninguna instancia policíaca para denunciar, porque no
sabemos si lo estamos haciendo ante “socios de la delincuencia”. Y
lamentablemente así es en la mayoría de los casos, porque la corrupción es una
práctica que al parecer ¡jamás se
desterrará en nuestro país! dada la avaricia y la codicia; aunque habrá que
reconocer que muchos “servidores públicos” están del lado equivocado, porque
han sido puestos en la mira de arma, dispuesta a escupir fuego en su contra si
no acceden a sus demandas.
Ya
no es novedad que a diario se encuentran cadáveres sembrados en calles, caminos
y brechas; o gente ejecutada por sicarios que cabalgan en sus “jacas de acero” que se escurren como
serpientes de muerte (motocicletas); unos porque no pagan las cuotas; otros,
porque pertenecen a otro grupo que también quiere el poder. El poder de comercializar
droga, secuestrar, levantar, exigir cuotas a comerciantes, profesionistas,
industriales y a gente del primer nivel socio económico.
Y
habrá que reconocer que son muchas personas las que se han enlistado en esos
grupos, atraídos por el “dinero fácil”, en respuesta a la inexistencia de
fuentes de trabajo para técnicos y profesionistas, para egresados de las
múltiples universidades y para quienes viven en el campo. Y no pocos son los
policías que obtienen “ganancias extras” por ser parte de ellos; pero también a
causa de amenazas sufridas, pero lamentablemente allí se quedan.
Por
eso no existe la confianza ciudadana, por mucho que se esfuercen quienes
realmente desean la paz social y traten de desterrar la corrupción; una añeja
práctica arraigada en nuestro país y que se encuentra en absolutamente casi
todas las dependencias oficiales, principalmente del orden estatal y federal,
de las que existen pruebas a granel, por si se ofrece.
A
gobernadores y al mismísimo presidente de la República, no les queda el mentir,
se ven mal, porque informan absolutamente todo lo contrario a la gran realidad
que vivimos los mexicanos, azotados por los incrementos en productos de la
canasta básica, energéticos, combustibles, en prestadores de servicio como:
microbuses y taxis. La gente ya no se la traga y está lista para cobrar
venganza en el próximo ciclo electivo de nuevas autoridades, pues se asegura
que el abstencionismo podría ser el gran triunfador, acaso alentado el voto por
la aparición de candidatos Independientes que, sin embargo, deben eludir
primeramente las “múltiples trancas” que les ponen para poder participar en el
proceso electoral del 2018.
En
éstos momentos es cuando se agiganta la escultural figura de la licenciada
Eréndira Castellanos Pallares, una de las poquitísimas personas que han
mantenido su solidaridad con la sociedad necesitada; como una mujer solidaria
de buen corazón, pues, a falta de qué pescar, les lleva el pez hasta sus
humildes viviendas; les brinda atención médica, legal y psicológica; les lleva
ropa y hasta juguetes a los más pequeños.
Le
agradezco infinitamente su buen gesto, el que ha tenido con medios de
comunicación desde hace varios años; y ahora, por el llamado que me hizo para
informarme sobre el gran detalle de obsequiarnos un costal con papas que, dicho
sea de paso, no recogí por haber sido depositado en un lugar donde no es grata
mi presencia. En mi corazón siempre habrá gratitud para esa mujer estudiosa y
emprendedora, que se lanzó a la producción agroindustrial y a seguir
preparándose con estudios de licenciatura y doctorados. Vaya pues un abrazo
para esa dama que nos indica el camino que debemos seguir, luchando y siempre
con la mirada hacia adelante, hasta formar una sociedad productiva y
respetuosa.
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