Carta pública.
México, DF.- 1 de junio del 2009.
El transcurrir de cada minuto pesa, cada injuria lanzada lacera, las palabras de los agoreros ofenden, pero cada una de los cientos de muestras de apoyo puede más que sus diatribas.
Amigos, compañeros, familiares y pueblo de Michoacán: aprovecharé estas líneas para agradecer su apoyo irrestricto en estos dificilísimos momentos. Saben que jamás los defraudaré, que nunca se avergonzarán de mi actuar. 20 años de trabajo público y partidista me respaldan, tengo una vida íntegra, tengo autoridad moral para pedirle a mi cuerpo jurídico que redacte este breve texto (lamento no poder estampar mi firma, pero es imposible desde este sombrío Centro Nacional de Arraigo).
No me centraré en debates políticos ni jurídicos, ya que mis abogados demostrarán mi inocencia. Aprovecharé este espacio para agradecer, desde el corazón de una mujer que ha sido ofendida, a todos quien sin dudar un segundo me han ofrecido su respaldo absoluto. Les digo que podrán confiar en mi toda la vida.
A Leonel Godoy Rangel: usted me dio su confianza desde mi adolescencia, jamás lo olvidaré y siempre lo reconoceré como mi tutor político. Sabe que mi desempeño siempre ha sido de forma institucional y en apego a la ley; le puedo garantizar, le doy mi palabra que jamás he deshonrado la confianza que ha depositado en mi, y si se procede de forma legalmente correcta en breve estaré en libertad.
A mis compañeros de partido; mi partido, el PRD: lenta, a cuenta gotas, me ha llegado la información del consejo estatal, de sus posturas, de sus exigencias. Mi gratitud para cada uno de los perredistas que me ha apoyado sin distingo de pensamiento intra partidista. Estoy orgullosa de trabajar desde los 14 años con ustedes.
Con especial atención quiero reconocerle a los militantes de otros partidos, funcionarios, compañeros de la facultad, que al igual que yo somos orgullosamente nicolaitas, por sus palabras de aliento que me dan fortaleza a pesar de las injurias, de la infamia, de la presión sicológica a la que me encuentro sometida sin prueba alguna. A mis maestros de Derecho les digo que recuerdo sus enseñanzas sobre la rectitud, ética y moralidad, las cuales he seguido.
Tengo la fortuna de haber trabajado en los últimos años con organizaciones civiles, ONGS; en que hayamos caminado juntos por el respeto del otro, de la dignidad (misma que intentan arrebatarme, lanzarla al suelo y pisotearla), sé que no ha sido fácil este tránsito con todos ustedes. Todos los organismos de derechos humanos saben que en mi tienen a una mujer que cree en ustedes, en la diversidad, en la adversidad, en el respeto por el prójimo.
Amigos todos, pueblo de Michoacán. Exijo que una vez que me encuentre en libertad (ya que las autoridades resolverán lo que es cierto: que no hay un solo atisbo de elemento en mi contra) se restituya mi imagen pública y la de mi familia que también ha sido presionada y mancillada con aviesos fines. Mi vida es íntegra, de rectitud, de apego a las instituciones en la que he laborado.
Como mujer, he dejado a un lado mi desarrollo íntimo por el trabajo en beneficio de la sociedad. Consagré un año de mi vida a laborar en el honroso cargo de titular de la Secretaría de Seguridad Pública del estado de Michoacán. Tuve que hacer con sacrificios personales y con aplomo los asumí.
Viví, como mujer, terribles pasajes por afrontar mi responsabilidad pública. En septiembre del 2008, ese mes que cimbró al país, me encontraba con dos meses y medio de embarazo; perdí al bebé y jamás doblegué un segundo de mi trabajo al frente de la SSP por mi situación personal, nunca claudiqué, pues tengo la convicción que mi actuar en la administración pública es un motivo de orgullo. Hoy, a más de ocho meses, me encuentro en circunstancias similares. Transito, junto a mis familiares y amigos, una situación que exige de total entereza, no hay momento para la flaqueza, posiblemente me encuentre de nuevo con posibilidades de conseguir el mayor triunfo de mi vida: el ser madre. Digo esto por las innumerables muestras de apoyo que he recibido en las últimas horas en que se dio a conocer mi posible estado de gravidez.
Agradezco, no como perredista ni como especialista en Derecho, tampoco como alguien que puede mirar de frente a cualquier persona y decirle que nunca he actuado fuera de la ley: lo digo como una mujer que está por vivir el estado más importante de un ser humano, el de ser madre.
A mis padres, desde esta lluviosa y fría tarde que cala hasta los huesos, donde el desánimo campea por momentos, donde la garganta se anuda, donde sólo se nos permite portar una ligera blusa amarilla (caray, qué ironía portar con orgullo el color de mi partido en estos días aciagos), les digo que gracias a su educación, a sus valores, a sus principios, estoy firme, que no caigo, que no me verán derrumbada, que tengo a mi lado a un hombre que me ha enseñado ser ecuánime hasta en los momentos de mayor turbulencia. Papá, puedes sentirte orgullosa de tu hija (sé que lo estás), pronto regresaré a mi ciudad y con la frente en alto los veré a los ojos.
Maestra en Derecho.
Citlalli Fernández González.
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