Me hubiera gustado echar la casa por la ventana, gritarlo a los cuatro vientos, como me gusta, porque no ha sido nada fácil sobrevivir entre los grandes monstruos de la comunicación que nos rodean, no obstante a que en ellos se encuentran muy buenos compañeros, muy buenos colegas que luchan a su manera por salir adelante.
Sin embargo, la situación económica que azota al país, por el o los motivos que hayan sido, no nos permite más que trabajar como en un día cualquiera, y si acaso destacar éste nuestro día como uno de los más importantes de nuestra existencia.
Les recuerdo que dentro del periodismo inicié en el año de 1979 (hace 43 años, cumplidos el pasado día 7 del presente mes de mayo; tenía apenas 14 años y estudiaba la secundaria) en los talleres de La Voz de Zamora, con Don Miguel Valencia Mora, donde conocí el estilo de muchos grandes periodistas y columnistas como: Abigaíl Medina Herrera, Jesús Navarro Gómez, Arturo Rodríguez Zetina, Salvador Calderas, Isidro Juárez Rangel, Rafael Jiménez Ibarra, Juan Luis Pichardo Martínez, Francisco Elizalde García, entre otros muchos más.
Colaboré en el periódico La Opinión, de Los Angeles, California (1986); en el Semanario Eco, del Valle de San Fernando, California (1988). Fui pionero de la estación de radio 101 FM en español de Lancaster, California (1989-90).
Regresé a Zamora para trabajar en El Diario de Zamora (1990-92), con Jaime Ochoa Ceja; en el Z de Zamora, con el inolvidable don Delfino Niño Vázquez; en la Televisión del Valle de Zamora, con Juan Carlos Velázquez Hernández; en comunicación social de la Policía Judicial Federal destacamentada en Jacona; en El Sol de Zamora, con don Miguel Monge Monge (6 años); en La Voz de Michoacán (durante 8 años y 3 meses).
También fui el creador del Semanario El Pregonero. Trabajé en El Independiente, una vez más con don Miguel Valencia Mora, y Ricardo Valencia Vega.
Ahora, desde hace dos años sobrevivo con mi Semanario Regional
Autónomo Uandari, que a veces sale apenas cada quince días o hasta más, por la falta del recurso económico que casi nos mata, casi nos desaparece; sin embargo, nos sostenemos porque queremos borrar las risas burlonas de quienes desean vernos tocando fondo, con rumbo a la desaparición.
Y nos hemos sostenido gracias a ustedes, a su gran apoyo, a su palmadita en mi lomo que ha perdido su carnita aflorando al hueso que simula la figura del esqueleto.
En esta ocasión no habrá celebración, pero sí la seguridad de que seguiremos adelante, siempre firmes, con la misma rectitud; sin ser chantajistas, corruptos; sin amenazas, siempre honrados y profesionales en nuestra labor de informar.
Un fraternal abrazo y mi gratitud eterna:
Arturo Ceja Arellano
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